Un, dos, tres, cua, el Triple Dance se postula en el aire tomado
por contrabajo, batería y vibráfono. Se deja cocer. Huele bien. El “saseo” del hi-hat
junto con la insinuación de una posible melodía de saxofón hace que mis
papilas gustativas se les enarbolen sus cilios transmitiéndole al cerebro
contenido categorizado y éste a su vez se produce una imagen de sublimación. El
fragmento que se ejecuta no da tiempo de liquidez por cómo se aglutinan plicas
con notas de rubato, funciones de
acordes echados a perder en presencia de un ácido. Mezcla que va de sólida a
gaseosa con arreglos de brass fina y
oportunamente propuestos en filigrana detallada por el orfebre delegado, quizá
drogado, alcaloide notable aunque con usted no hable. Toda orquesta necesita su
“Tangula”, su musa. La musaraña para el show.
El término en el colegio nos
fue impartido en aula como una teoría. Big Bang. Como lo pronunciaban. Pero en
realidad es Big Band. Una anomalía en la dicción y Boqui-toqui se quedó. La
teoría es de singularidad. Un Tema al vacío. ¿Y qué hizo al Tema ser Tema? Pues
se calentó. Estalló. Jimmy tosió la habichuela al de los bigotes que mangoneó
los dedos por todo el mástil sin agarrarla y aceleró el paso llevándose consigo
al de los tambores con Stevie idiofonizando una paleta de colores para
pacientes de acromatopsia dispuestos a curarse haciendo uso de su bendita cóclea.
Quien señala a Edy es una recomendación al inicio de la partitura pero Edy está
ausente dirigiéndose al ensayo. La Forma queda a merced del llamao, del que se
atreva a esbozar el tema con trombón si quisiese en jeta. Melodía rara esa. ¡Me
produce sialorrea! Ya todo el ensamble está en furor. Gárgaras de saxo bajo a
modo stacatto, trompetas con sordina,
vibráfono, flauta traversa se tiran el tema, comentan sobre él, hacen
variaciones, hay músculo. Óxido de hierro en el entorno. Suero y contenido
proteico separados por zumo armónico, estoy como un colibrí, mi corteza
cerebral está eléctrica, entra tema de The
Razor’s Edge como medley. Listo
el pase. Hay que conservar forma humana. Ya veo un poco de incorporados.
Las posibilidades de
orquestación son infinitas incluso con las notas que no suenan. Hasta ese
sonido que proviene de afuera de la sala, una trompa de mula transeúnte, aporta
al color del acorde que acabó de sonar sirviendo de puente para el siguiente en
inversión inestable, de cifrado ambiguo, perteneciente a la tonalidad del eje
de Béla. Todos en el ensamble se están oyendo es de notar por la coherencia de
los solos. Se pisan los cojones a la vez que se sirven de membranas donde
reposar sus tensiones si de resolver se les antojara con el primer grado
sustituido. Puro brass suena. El músculo ahora es flácido como carne de obeso.
Un obligao compuesto por un moribundo tambalea por la cuerda con nitroglicerina
abordo. Hemiolas, tresillos, sextas, segundas, unísonos, claqueteo de llaves,
saliva y tudeles pendientes avisan el signo. “Anoréxicas y obesos” expectantes...
Tema.
Silencio. Vital. Otro buen
recurso que en música lo escribimos como
lo que puede sonar en algún momento, tesoros, golosinas bajo llave en dominio
ajeno para evitar rebote por ingesta excesiva de las mismas. La pastosidad de
un contrabajo en la estepa del papel mudo, de su papel en la orquesta, es de
una cualidad taciturna por cada cuerda pulsada acompañada de un herrumbroso Ride lloviéndole entre figuras. Con el
sonido dándome vueltas la cabeza pienso en el despliegue armónico y humano como
si fueran mis dedos los que digitaran un diapasón enorme producto de una afasia
descriptiva por ende imposible de compartir salvo alguna excepción respecto a dejar
de ser masa. ¡Maldita sea! Hay algo que la está generando. Esas jodidas ideas
sacadas de los desagües cómo suenan. Tengo un sabor a metal que no se me va y
la menta es inútil. Me chupo una cada vez que puedo pero nada. Me quiero volar
los sesos. No sé si al escuchar una cosa más me esté haciendo más sordo. No
reconozco esos acordes. ¡Qué paranoia! Están acabando ya es la coda. Me zumban los oídos.
Big Band no traduce “Banda
Grande” ¡Por el amor a Odín! Traduce Grande Exposición de Ideas que en
proporción especulan tema, estándar, forma, tesitura, dinámica, sonido, ritmo,
creación. La experiencia de recibir todas la frecuencias juntas de cada
instrumento en un solo recinto, con la mera acústica amplificando. Ya sé por
qué hay tanto purista. Me gusta lo que pasa por hardware pero oír a la Banda con el sonido que puede dar, que es
suficiente, es por divertido estridente.