Todos tenemos el virus. Tenemos la enfermedad. En algunos ya es terminal y en otros apenas sintomático. Sentimos dependiendo de la esfera social en la que nos encontremos. Se “resetió” el programa. Estamos nuevamente en tiempos de Colonia. Pero como una tangente en la línea espacio- temporal no se puede repetir la historia. Es el turno de Otros. Como en La Granja, se debe dar paso a otra administración. Ya ustedes tuvieron su turno. El juego es así. Por turnos. Así en diez o veinte años se vuelva a lo mismo, es el turno del que sigue. En palabras gíglicas: áblansé figlios di buda garças límala asno ¡Evohé!, ¡Evohe! Rongarreas.
Pasa en todas las áreas del conocimiento. La inteligencia no
es sinónimo de bienestar. Pasar por la academia no es sinónimo de educación. Y
así con todo. Un patriota no es sinónimo de nacionalista. Una feminista no es
sinónimo de mujer, un pan-sexual no es marica, una canción no es arte, como tal vez lo sea un zapato
colgado en una cerca.
El cacique comanche quiere hablar. Pero si se siente
amenazado no puede simplemente poner la yugular. O ¿Qué esperan? El virus ¿No?
Ahí está. Pero ¿De qué se trata eso? ¿De qué virus hablamos? Es un virus
endémico de la región (Occidente) producto de la segregación, el clasismo, que
incluso salpica al Arte. Observen las pieles de los músicos de una orquesta
sinfónica. O en la industria del Cine quién es el galán. O la Pintura qué es
sino todos los colores revueltos. Negra. Como el abismo del Ser.
Es el virus. Que en cada punto cardinal del continente va
teniendo sus matices hasta llegar a lo más básico de lo básico en la vida
diaria. “Prestame a la abuela para para la fila preferencial”. “Metete este
pedazo en contravía que ya es tarde”. “Mostrale los recibos estrato uno de tu tía
a la universidad para que te quede la matrícula bajita”. Todos lo hemos hecho. A
no. Usted no. Perdón. Yo sí. Cada vez que puedo trato de colármele a ese
sistema. Yo soy el peor ciudadano que existe. Es lo bueno de ser introspectivo.
Te das cuenta de la mala persona que eres. Ahí descubrí mis síntomas
patológicos. Síntomas que en un estornudo del Sistema me fueron transmitidos
para así devolver el favor que me hace. A través de cada experiencia con
comunidades, en uno que otro romance (pan-cromo-sexual), chizga y borolombo
saben lo mala persona que soy. Lo admito. Ahora, todavía hay humanos vírgenes
que solo son bondad. Pero recuerden, Bondad no es sinónimo de poner la otra
mejilla como dice el Evangelio. Incluso, no hay nada más bélico que el
evangelio. Historia de primaria. La gente va a misa es a mirar zapatos,
glandes, vulvas y solo escuchan la parte en la que el sacerdote dice “tomad y
bebed todos de él, porque este es el cáliz de mi sangre, que será derramada por
todos vosotros”. SANGRE. Y la gente sale de bien, bendita. ¡ESPARTA!
En todos esos tests psicológicos laborales que ahora hacen
hasta para pedir comida, siempre miento tratando de perfilarme como una persona
limpia de consciencia. En los que son online, sale un aviso que dice: “Sus
respuestas no son válidas ya que en la opción A. Si usted ve la posibilidad de
robar sin ser visto, marcó que no lo haría o por lo menos que no lo pensó. No
está siendo del todo sincero. Esto no repercutirá a su requerimiento en la
solicitud”. La psicología muestra que es natural del ser humano tener mociones
de este tipo. Ahora, si tenemos armas ¿Qué pasaría?
El Reino de la Nueva Granada, nombre que lleva esta tierra,
pues Colombia apenas atisba un tritono –le falta novena
sostenida, bemol trece, clusters, le falta– ahora recibe La Vacuna. Es un verga de tamaño colosal que atravesará
cada esfínter si es necesario. Y recuerden que son varias dosis. La célula
huésped es quien alimenta al virus. El HUÉSPED. Es el que hace daño. El virus
sin él no puede alimentarse y replicarse. Cada ciudadano somos ese huésped.
A propósito de teorías conspiranoicas y moleculares… Las
redes. Son como una pasarela de ideas. Todas ellas tienen siliconas. En los
grupos más locales (internet o físicos) las ideas se muestran más reales.
Humano. Natural. Somos resentidos. Aclaro, yo soy el resentido. No usted
perdón. Yo quiero darle bala a lo que se mueva. Manoséame el puré y verás. Te
rompo la mano. Perdón por la barbarie y la mala sangre en estas palabras, igual se van a perder en este océano de opiniones.
Soy el peor de los profesionales también por no escribir
cuando toca sino por placer. Un artista profesional debe hacer lo propio
incluso cuando no tiene ganas. Incluso cuando sabe que es pagado por alguien
que no es de su credo o facción política. No sé de qué viviré, pero soy un
ufanalgarafante relativista ortodoxo definitivamente. Un-fabricante. Aún no sé
lo que des-fabrico pero al menos encontré un catálogo. Lo vi en la mesita como
un manual. ¿Quién lo dejó? Es un misterio. Lo que se quiere decir es que debo
aprender a ser una persona de bien. Apuntarme a la parroquia. ¡Ah! pero ya estuve ahí. Y también con los
rosacruces. Y con los Testigos. Y con los presbiterianos cuánticos. Todo está
viruseado.
Ese pequeño gusano en el cerebro es el verdadero enemigo. No el vecino, no el Taita, no Él. Noel. Qué ricas son. A la parte, la "malicia indígena" nos jodió y además profanamos con el solo término a los que estuvieron primero. Los ancestros. Más irrespetuoso no se puede ser. Perdón. Yo. Usted no. Seguiremos en conflicto si no cedemos el turno. Ceda el Paso. Para los que manejan se darán cuenta en algo tan elemental como eso. Pero ni siquiera lo hacemos. Perdón. Usted sí. Yo no. Yo no cedo. Yo voy metiendo la puntica, la trompita hasta que me meto con remolque y todo. Que el Otro se meta como pueda. Ustedes ya gozaron mis llaves. Ahora dejen gozar a otros. No importa que se repita el ciclo. La cuestión aquí es por turnos. Respetar la fila. Dejen comer. Dejen beber. Déjense vacunar ustedes también y libero la patente. Gracias por su música. Que siga la nueva. El concierto comenzó. ¡SANTA PACHA!