Un-Romanticismo
Las
artes y en general cualquier disciplina o área del conocimiento, siempre se
verán afectadas por los desarrollos que la sociedad va planteando debido a las efervescencias colectivas[1]
o coyunturas del momento. La Crisis es un estado natural al que se llega por
necesidad y por deseo siendo ésta inherente a la humanidad sin importar lo
“malo” o lo “bueno” que sea la transición. Todo cambio es crítico en menor o
mayor proporción. En el contexto de la Europa del siglo XVIII notase la
desesperación por acabar con la monarquía y los autoritarismos de pensamiento
ya viciados y obsoletos para una generación emergente con deseo de cambio donde
convergen poetas que si bien profetas, inspiran, siendo oportuno referir a
palabras de William Ospina en Los Románticos y el Futuro:
Bertrand
Russell dejó escrito que el momento más alto del romanticismo europeo no había
sido un poema, ni un lienzo, ni una sinfonía, sino la muerte de Byron en
Missolonghi, luchando por la libertad de Grecia. Quería expresar con ello que
el romanticismo no fue una mera escuela pictórica, un movimiento poético o
musical, sino una actitud vital, el espíritu de las generaciones humanas a
fines del siglo XVIII y a comienzos del XIX, una manera de asumir al mundo y nuestra
presencia en él. (Ospina)
La
literatura ha sido materia prima para la producción de grandes obras de la
música en la cual están consignados los mitos y las historias de ganadores y
perdedores de guerras que en mi opinión, son los conflictos los que permiten
dinamismos colocándonos en el mejor de los tiempos posibles en cualquier área
del conocimiento. La música y la literatura como diría el compositor Alberto
Guzmán van de la mano y decir qué fue primero daría paso a una discusión sin
fin. Pero asintiendo a este pensamiento no cabe duda de la influencia de la
literatura en la música y más adelante en el cine por supuesto.
La
Danza Macabra de Camile Saint-Saëns es uno de los tantos ejemplos sobre música
inspirada en poemas, que situados en la época de la revolución, el compositor
toma de unos versos del poeta Henri Cazalis que a su vez éste recrea basándose
en el antiguo género artístico tardo-medieval cuyo tema era La Muerte. Un
elemento vital explotado por todas las artes del Romanticismo.
A
mi modo de ver, lo que dio paso al romanticismo musical si bien era un deseo de
cambio y un afán por salir de la zona de confort social y filosóficamente
hablando, fue el conflicto más que externo, individual. El alter ego queriendo
salir por los poros de quienes estaban en esa búsqueda de una libertad que
después terminó en libertinaje haciéndonos huérfanos en un sentido económico al
no tener reyes que financiaran recitales al abdicar por miedo a perder sus
cabezas. “El hombre es un dios cuando sueña, y un mendigo cuando reflexiona”
diría Friedrich Hölderlin, poeta alemán de comienzos de la Revolución. Dije “Haciéndonos
huérfanos en un sentido económico” porque en pleno siglo XXI nada más parecido
a la actual realidad de las artes que la llamada Economía Naranja. Otro de los
muchos vestigios de la Ilustración junto al Plebiscito, la Re-elección y el
concepto de Estado-demócrata.
Volviendo
un poco de la pequeña catarsis, la Música Romántica está impregnada de
elementos políticos (término post-revolución), escatológicos, mórbidos que los
músicos de la época absorben durante los intercambios nocturnos en estados
taciturnos y alienados por los martillos de cañón, que los separó de sus familias
como es el caso de Frédéric Chopin, otro de los románticos, el “Paganini del
piano” dicen, quién encontrándose en Alemania no supo más de su familia cuando
cae Varsovia, Polonia, país que también busca su identidad enfrentando a Rusia.
Es la era de las Revoluciones aprovechando para decir que el término
Romanticismo no debe aludir solamente a Francia. De esta coyuntura Chopin
compone su estudio Opus 10 número 12, Revolucionario. El conflicto generando
dinamismo puro.
La
Tragedia al estilo griego es otro elemento característico del contexto en
cuestión. Personajes de Eurípdes, Sófocles, re-encarnan en poetas malditos como
Lord Byron que muere de epilepsia durante la independencia de Grecia donde
luchó. Muchos de sus escritos fueron tomados por compositores para crear óperas
como Felix Mendelssohn, Robert Schumann e influenciar sinfonías como es el caso
de Harold en Italia de Héctor
Berlioz. La literatura nuevamente detonando sonidos en el hipocampo donde se
estimula el lenguaje sucediendo un episodio musical.
Como
decía al comienzo, todo converge, y una crisis es ideal para el surgimiento de
ideas y romper las normas. Los conflictos conllevan a superar los obstáculos
provocando pasión visceral por algo lo cual permite a la sociedad tomar partido
y sí que se respiraba este clima en el XVIII. Beethoven en su momento crítico
de sordera compuso su Novena.
De
los elementos que a mi parecer son los que dieron paso al romanticismo musical
en Europa, mi primero en la lista es El Conflicto como detonante de
creatividad. Se puede apreciar nuevamente en el siglo XIX la influencia de la
Primera y Segunda Guerra Mundial en las obras de aquellos compositores del
momento como Carl Orff, Gustav Holst, entre otros. Y si retrocedemos en la
línea cronológica se repetirá la historia. Hasta las cavernas.
La
curiosidad por salir de la Tonalidad adaptando sistemas matemáticos como lo
hizo Per Nørgård o biológicos como los autómatas celulares de John Von Neumann
para acercarnos a nuestro tiempo, es la
herencia conceptual de la edad de las luces que abrió la puerta a lo grotesco,
al nihilismo, al dadaísmo y a todos esos istmos que aúnan a la humanidad para
encontrarse y disgregarse en un ciclo sin fin.
[1] La efervescencia colectiva es un concepto
acuñado por el sociólogo francés Emile Durkheim que se refiere al envolvimiento
casi eléctrico, extático, de un grupo alrededor de un ritual.
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