Así como el Niño Dios nació para hacerse paradoja, de igual forma es necesario que conmigo se haga la misma cosa.
Nací en un contexto donde, como en cualquier familia, diciembre era una cosa loca. Regalos por todos lados, parientes muertos resucitaban, la comida que hacia falta en la alacena durante todo el año aparecía como si hubiese sido planeado, porfías de ruido entre vecinos, hasta hijos llegaban al mundo, en fin… por poco y dura un año.
“¿Mamá? ¿Dónde están los juguetes? Mamá, El Niño no los trajo. Será (…)” lalalara-lalalaaa… la canción Premio Grammy por mejor video e interpretación infantil; pues el niño mientras cantaba hacía que uno realmente se sintiera culpable de algo para no merecer aguinaldo alguno. ¡Pegó! ¡Pegó la jodida canción! ¡Y aún! No demora en sonar. Pero así como yo y el niño que cantaba crecimos, y me imagino que por estos días él estará sin empleo como muchos, si es que no lo exilió el hambre, ahora la cancioncita ya no es tan dolorosa almenos para mí.
Nunca ha nevado. Por lo menos aquí y al igual que en Nazaret. Mas es tanta la fe que los Arbolitos amanecen “frapeados”. La gente va de un lado a otro en estampidas como si realmente alguien naciera. Aún no entienden la metáfora. Quizá entendieron la de la traducción. Lo malo no es comprar. De hecho no hacerlo sería gravísimo. Yo soy una compra en algún sentido. Claro que para lo que importa… la idea es comer pavo aunque sea prestado.
Sé que la gente se emociona y, no puedo negarlo, yo también lo hago; algo distinta la emoción, mas emoción es emoción. Me quedan esquirlas del ayer navideño y la tradición; tal vez por eso el sentimiento. Espero que no se estén tomando esto como una reflexión al cambio. De ninguna manera; atrevido fuera. Solamente es un pensamiento que quiero plasmar ya que difícilmente podré decirlo oralmente por la infinidad de contratiempos que tiene una conversación.
Doscientos mil pesos cuesta un adorno navideño de un Papa Noel en Pryca y Pomona. La verdad, son estupendos. De tener unas cuantas guitarras eléctricas, un estudio sólo para mí, una humilde cabañita en Bariloche o en cualquier lejano lugar y un avioncito para ir hasta allá, todos los años compraría uno de esos Santa’s. A mi mamá le gustarían. Sé que la vida le ha hecho perder la alegría de la navidad, pero no hay nada que un gordinflón vestido de rojo no pueda hacer y más si le hundo el botoncito con el que viene el cual enciende un bello coro al buen estilo Merry Christmas. ¡Las voces son humanas! ¡Que putería de artefacto! ¡Y Ni hablar de los Renos que se ponen en los tejados! Ni hablar… $$$$... los mercaderes que salieron del Templo de Jesús fueron inteligentes.
La magia de la navidad es bellísima y hubiese querido quedarme niño. Hubo cosas geniales ahí. Una amiga con buen humor me dijo “Pipe, creo que eso no va a ser posible…”
Escribir este texto me está poniendo algo triste por saber que ya no la disfrutaré al nivel de antes. Lo podré hacer de otra manera pero no como en el pasado. Me volví un anciano. Finjo en aspecto y protocolos. Un código que sólo yo puedo ver, para colmo de males me prohíben comentarlo, impide hacerlo. Está en mi contrato. Algunos conceptos del lenguaje me fueron quitados para evitar la fuga.
Fue algo fortuito el por que de mi desmotivación hacia la festividad de fin de año. Tal vez busqué de forma inconsciente una percepción que ahora me hace aburrido pero que ya teniéndola no hay vuelta atrás. Ya veo porque la ignorancia no puede acabarse. Acabaría la magia. Acabaría el mito, lo bonito de todo este asunto. Voy entendiendo para qué sirven los abuelos: Diomelina se quedó en el 99, su querido años antes. Los otros que me tocaban por ley no alcanzaron a enseñarle a Carlitos lo complicado de tener hijos. ¡No importa papá, dar vida es suficiente!
Ahora no queda más que festejar hasta acabar con la atracción mecánica de Navidad. ¡Paradoja! Quizás pase por el alumbrado. Soy tan inestable como usted humano, algo diferente es todo. Sólo busco salir.
Y mientras los barrios de esta ciudad y el resto del mundo junto con las religiones (que paradójicamente se encuentran en una misma celebración) preparan la fanfarria, se ponen los “cucos amarillos”, sacan el vino de las uvas, juegan “palito en boca” y en los comedores aparece el arroz, tan nuestro como el café y los pandebonos, no queda decir más que Feliz Navidad y próspero Año Nuevo… hasta acabar con la farsa.
A la Orden,
Regulador.
Post Meridiem:
“En casa de herrero cuchara de palo” A veces soy malagradecido; mas debe ser así. ¡Paradoja!
Me gusta. Tienes muy buena prosa.
ReplyDeleteSaludos y feliz navidad te desea Jessi. Un beso.
Vamos Jessi...
ReplyDeleteExcelente este texto. Me gustó mucho. La dinámica de la escritura es envolvente. Ánimo Regulador, textos como éste hacen que la vida propia sea un paseo y la de los demás, una desgracia...ja!
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