Naked Lunch

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Chord Planting

Friday, February 14, 2014

Outsider

No he estado muy inspirado en estos últimos veintitantos onomásticos. Más bien distraído.
Padezco una enfermedad de la que no me quiero curar por beneficios introspectivos:
Raciocinio especulativo inducido por una fuerza x ejercida por alguna esfera o materia
oscura… o qué va, simplemente soy un conejo de indias de una red inteligente de humanos
de la estirpe de esos que crearon a Dios, La Música, El Infierno, La República, El Amor.
Pitagóricos que grabaron en nuestro corazón el número de serie con el que se mueve la
naturaleza.

Perderse en una comida desnuda donde emergen ruidos para generar una reacción en
cadena de movimientos ondulatorios y frecuencias irregulares como chasquidos, tintineos
de losa, diafragmas contrayéndose, guargüeros decantando, sorbidos, alarmas de carros y
relojes de pulsera, voces de ganado vacuno, manifiestos de hambruna y placer
gastronómico o de opiniones divergentes según su tesitura; miradas inquisitivas, de
morbo, de enfermedad erótica, otras no tanto, más bien de asco al cruzarse a través de la
mesa color cedro tratado donde se ven figuras rupestres que no alcanzaron a irse después de
pulirse el lote de aquella madera doméstica, un ladrido de perro llegando del viaje entre
cuadras, parece una queja, no le gusta quedarse solo, amarrado, mientras el gato se pasea y
se le va robando de grano en grano su concentrado, las sillas arañando el suelo imitando
una escala cromadifusa, el desagüe de una tubería cercana, el Aliento de una Maldición, la
idea de estar en un décimo piso en una estructura que se balancea por vientos provenientes de
varias direcciones, rebote aleatorio contra demás edificios, también balanceados por otros
aires… en fin. Qué cantidad de movimiento e información por cada segundo gastado para
apenas percibir un atisbo de la gran Célula Rítmica que sólo del Punto Quieto puede venir.

Cualquier musaraña para sacarle el número de las entrañas me genera adicción
especializándome en un nuevo prejuicio, en nueva justificación a mi ortodoxia
licenciosa: Mi cáncer incurable, un lenguaje fraccionado. Aracil (1986) dice:

    Si observamos nuestro entorno vemos que estamos inmersos en un mundo de sistemas.
    Al considerar un árbol, un libro, un área urbana, cualquier aparato, una comunidad social,
    nuestro lenguaje, un animal, el firmamento, en todos ellos encontramos un rasgo común:
    se trata de entidades complejas formadas por partes en interacción mutua, cuya identidad
    resulta de una adecuada armonía entre sus constituyentes, y dotadas de una sustantividad
    propia que transciende a la de esas partes; se trata, en suma, de lo que, de una manera genérica,
    denominamos sistemas. (p.13)


Somos un sistema dinámico y así es como funciona. Pero me obsesiona el detalle. El
primerísimo primer plano. El mugre de la uña. Los sonidos anclados a los objetos. Tu pelvis que
viene y va.

Estoy relegado a un rincón conectándome no sé a qué, ni a quién, esperando nada, ansioso de
algo, como esperando una promesa, un susurro ontogenético, una melodía concreta, una
sonoridad diegética y decorativa a la secuencia cinemática que llamamos vida, capturada por
muchos en las diferentes áreas del conocimiento llegándose a preguntas cada vez más absurdas
no por eso menos útiles al incentivo-colectivo-adictivo de la curiosidad humana también necia
por catalogar la especie, mi especie, sapiente, sapiente. No hay sistemas aislados aunque seamos
individuos. “Nuestra forma de pensar es analítica y nos lleva, casi sin darnos cuenta, a dividir lo
que en realidad convive en armonía” (Trujillo, 2005, p.14). Es natural. Mi patología es
natural. Soy un ser biopsicosocial siendo éste un proceso integral: biológico, sicológico y social.
Mis aberraciones, inseguridades, obsesiones, incredulidades, destrezas, no son más que la suma
de las partes de mi contexto particular otrora configurose incluso programándose aún está con
cada experiencia, modificando su forma mas no el perfume producido a través de este cuarto de
eje, 76,5 grados longitud oeste, exponiéndome a la luz para reflejarme en otros o por qué no
reconocerme en otros bien sea por las leyes de Mendel o las leyes de mí.


                                                                     

 REFERENCIAS


Aracil, J. (1986). Maquinas, sistemas y modelos
       Madrid, España: Editorial Tecnos S.A.

García, T.S. (2005). Entremeses Teológicos
       Bogotá, D.C: Digiprint Editores